Señor Dios, ayúdame a ser un buen deportista un buen ganador y perdedor en el juego de la vida. No te pido ser el lanzador estrella ni ocupar un lugar importante en la alineación; juégame en donde más me necesites. Sólo te pido que mes des la paciencia, el valor y la fortaleza para ofrecerte lo mejor que tengo en cada partido. Si acaso me parece que todos los batazos difíciles vienen por mi terreno.
Señor, te doy las gracias por el cumplido. Ayúdame a recordar siempre que Tú jamás permitirías que me enfrente a una situación que yo no pueda controlar y ayúdame a aceptar todos los botes malos como parte del juego.
Ayúdame a comprender que la vida está llena de botes malos, líneas durísimas y situaciones difíciles y hazme agradecido por ello. Ayúdame a estar tan bien preparado que entre más difíciles sean los batazos, más me gusten. Concédeme que jamás rehuse un batazo demasiado caliente, que jamás ofrezca excusas débiles. Ayúdame a no lloriquear ni acusar a nadie de tratarme injustamente o pensar que el partido estaba “arreglado”. Utilízame cuando sea Tu voluntad y ojalá no te arrepientas de haberme dado la oportunidad. Y Señor, cuando lleguen las últimas entradas y se empiecen a juntar las sombras de la noche, concédeme que yo pueda obtener tu veredicto Y que me declares safe en home”.
Amèn.
sábado, 28 de junio de 2008
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